Trabajo del Seminario Permanente Hegel - Marx. de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile. Dirigido por el Prof. Enrique Sáez Ramdohr.
Es imposible llegar a pensar que es casualidad que Marx comience su libro, “El Capital”, explicando y analizando la mercancía. No es ésta, la vértebra de todo el sistema capitalista? O el corazón o más bien el cerebro de éste? Las preguntas son de fácil respuesta y no estamos acá para resolver éstas. Pero no esta demás señalar que Marx parte diciendo que la forma elemental del régimen capitalista de producción es la mercancía. Pero cabe preguntar, qué tiene de nuevo o distinto la mercancía de hoy con la mercancía, por ejemplo, del medioevo? Esta pregunta puede ser fácilmente rechazada, cuando Marx señala que en ciertas relaciones feudales no existe la mercancía o más bien que el producto no se ha hecho mercancía, asunto que tocaremos más adelante. Pero qué ha hecho, que la mercancía tome tal puesto en la sociedad de hoy? La invitación de Galileo a eliminar las cualidades de los objetos en la investigación científica no toco sólo a las ciencias, sino que a la totalidad de la sociedad. Acá trataremos de dilucidar el carácter de la mercancía, y por tanto el carácter del trabajo. Como es posible que dos mercancía cualitativamente distinta, puedan intercambiarse en un proceso que necesita que sean iguales, que sean conmensurables? Es decir, que su valor sea totalmente idéntico. Qué carácter por tanto, tiene el valor? Más aún, después del análisis de estos temas, me propongo demostrar las consecuencias de omitir el valor de uso en la sociedad capitalista.
Es imposible entrar al tema, sin atender a que las mercancías que estudia Marx, son las que actúan en el régimen capitalista de producción, que por lo tanto se presentan como un objeto externo a nosotros, que tiene la función de satisfacer necesidades, sin importar como sean estas, de donde provengan ni cómo se logre tal satisfacción. Los productores sólo les interesa producir y su única determinación viene de la necesidad de los consumidores y demandantes, aunque se podría cuestionar si el consumista determina la producción, o es la producción lo que determina al consumidor, lo que puede consumir. Por ende, la primera característica que observamos de la mercancía es su utilidad, sirve para cumplir una función, para satisfacer una necesidad, tiene un uso, es un objeto útil. Todo objeto útil se puede ver en dos aspectos, en su calidad, y en su cantidad, cada objeto presenta una multitud de propiedades, cada una representando un hecho histórico, el hierro como uso de armas no se descubrió en el más allá, sino que su descubrimiento es rastreable en la historia, al igual que los usos del cobre y cualquier mercancía que se nos venga a la mente. Y como un objeto útil, puede tener varias forma de uso, sus propiedades son múltiples y puede ser usado en diversos modos, en cuanto sus diversos usos. Como se producen estos objetos útiles? Pues a través del trabajo.
Marx señala, “la utilidad de un objeto lo convierte en valor de uso”[1], este valor de uso no es algo metafísico, que transciende a todo hombre, sino que es un valor concreto, en otras palabras, que está condicionado por las cualidades materiales de la mercancía, por ende, lo que constituye el valor de uso del objeto es su materialidad, es decir, que sea, como dice Marx, trigo, hierro, lienzo, etc. Que el cobre sea de tal forma, de tal materia es lo que condiciona que se pueda usar para cables eléctricos y no para hoja de libros. Por ende, toda sociedad estará determinada por los usos que puede darle a las mercancías, la consciencia social, si es valido hablar de tal, y por tanto su historia, sólo puede pensarse y desarrollarse en base de los objetos que tiene a su alcance y de las utilidades que conoce de estos. Es sólo revisar la historia y retroceder a la Edad del Cobre, donde el uso que le dan es totalmente distinto al que hoy le damos, por ende, es que las consciencias del 6500 a.c., como los sumerios, es totalmente distinta. Ellos usaban el cobre como adornos, armas, monedas y utensilios varios, pero jamás conocieron el uso como conductor de la electricidad, aunque es anacrónico señalarlo, ya que tampoco conocieron la electricidad. El punto es que los usos que conocían de los objetos determinaba su consciencia y por tanto el modo de producción y el orden social. El ser social es la que determina la consciencia. El 50% del cobre es usado en el sector eléctrico, por tanto se podría decir que toda nuestra forma de vida esta determinada por ese uso.
Pero Marx nos señala que tanto el carácter histórico como las cualidades de la mercancía, no depende directamente del trabajo con que se han producido, “y este carácter de la mercancía no depende de que la apropiación de sus cualidades útiles cueste al hombre mucho o poco trabajo.”[2] La utilidades de todo objeto están aún cuando me haya demorado más del tiempo necesario en su producción.
En otras palabras, el uso del hierro, por ejemplo, no se determina por la cantidad de trabajo empleado en él, su valor de uso será el mismo si me demoro 2 horas o 2 días. Cuando queremos apreciar el valor de uso siempre se le presupone concretado en una cantidad exacta, por ejemplo., 2 relojes, una docena de palas, etc. “el valor de uso sólo toma cuerpo en el uso o consumo de los objetos. Los valores de uso forman el contenido material de la riqueza.”[3] Marx nos quiere decir que para determinar el valor de uso sólo se podrá lograr, en el momento de su consumo y es ese consumo de la mercancía el que forma el contenido de la riqueza en toda sociedad. Yo uso el hierro para armas y es, ese uso, lo que le da riqueza al hierro o a cualquier otra mercancía. Además en la sociedad capitalista, los “valores de uso son el soporte material del valor de cambio.”[4] No como en la época feudal, donde el valor de uso, de por ejemplo del trigo, no es soporte de su valor de cambio, ya que simplemente no se cambia, ya que no es igualado a ninguna otra mercancía, sino que se entrega como tributo.
En un primer análisis, el valor de cambio aparece como la relación cuantitativa, es decir, el valor de cambio de una mercancía depende de su cantidad ante otra mercancía, ya que la cantidad es lo único que puede representar el tiempo de trabajo encerrado en la mercancía, ya que el valor de uso, sólo expresa la riqueza material de la mercancía, pero no el trabajo que encierra, ya que una mercancía z producida en 2 horas tiene el mismo valor de uso que otra mercancía z producida en 2 días. Por tanto para poder expresar el tiempo de trabajo de la mercancía, se expresa en cantidades. Por ende el valor de cambio aparece como si fuese algo puramente casual y relativo. Casual en el sentido de que el valor de cambio no es inherente a la cosa, sino que es un agregado, que sólo depende de su cantidad y no de sí misma. Y la relativa ya que su valor de cambio dependerá del otro valor de cambio por el que se esta cambiando.
Aún no hemos explicado algo sumamente importante, aun que ya hemos explicado las bases. Este asunto es que, cómo es posible que dos productos totalmente distintos cualitativamente se logren presentar dentro de una igualdad, es decir, como se logra que 12 relojes sean iguales a 2 diamantes o 20 varas de lienzo igual a 1 levita. Marx nos responde tajantemente, “hay que reducirlos necesariamente a un algo común respecto al cual representen un más o un menos.”[5] Marx nos señala que las propiedades materiales sólo importan cuando consideramos a la cosa en su valor de uso, pero es a éste que se le hace una abstracción, para que uno pueda presentar, en forma adecuada, el objeto, cosa de poder cambiarlo por otro igual. Con esto podemos decir que las mercancías en tanto valor de uso, representan cualidades distintas, pero como valores de cambio sólo se distinguen por su cantidad. Cuál es la diferencia entre x relojes y z diamantes? Para el productor capitalistas, cualitativamente no existe diferencia, sólo cuantitativamente, ya que, por ejemplo 12 relojes son 2 diamantes, su diferencia sólo radica en su cantidad y por ende en el trabajo que encierra cada mercancía. Pero aún así, la cualidad no desaparece, ya que la única que logra conservarse, nos dice, Marx, es la de ser “productos del trabajo”. Pero que no se entienda que Marx habla del trabajo concreto y real, sino que habla de un trabajo abstracto, un trabajo que los burgueses dirán que es natural e igual, es decir, como prescindimos del valor de uso, hemos dejado de lado los elementos materiales de los objetos, ya no es una mesa o una casa, es decir, un objeto útil cualquiera, ya no son productos del carpintero o albañil. “un simple coágulo de trabajo humano indistinto, es decir, de empleo de trabajo humano indistinto, es decir, de empleo de fuerzas humana de trabajo, sin atender para nada a la forma en que esta fuerza se emplee. Estos objetos sólo nos dicen que en su producción se ha invertido fuerza humana de trabajo, se ha acumulado trabajo humano. Pues bien, considerados como cristalización de esta sustancia social común a todos ellos, estos objetos son valores, valores-mercancías.”[6] Aunque los trabajos son cualitativamente distintos, cosa evidente, tienen su algo común, que son trabajos humanos abstracto, hecho que no es obvio, aclarando que no ocurre en toda la historia. Ya Aristóteles analizó la forma simple del valor, dándose cuenta que para tal relación se necesitaba igualar las dos mercancías, cualitativamente distintas, para que se relacionasen entre sí como magnitudes conmensurables. Pero este algo común que posibilita la conmensurabilidad de las mercancías, Aristóteles no la pudo explicar, no porque fuese menos inteligente que Marx, sino porque su consciencia histórica no se lo permitía, su consciencia estaba determinada de otra forma, ya que la sociedad griega estaba basada en el trabajo de esclavos y tenía, por ende, como base natural la desigualdad entre los hombres. No como hoy en día, o en los tiempos de Marx, donde la sociedad burguesa parte de la premisa de igualdad entre los hombres, piénsese en la Revolución francesa, con el Código Civil y la Republica. Es por ello que puede, Marx, dar cuenta qué es ese algo común entre las mercancías.
Vemos como el valor de cambio parece como si fuese algo totalmente independiente de su valor de uso en la época de producción capitalista. Por tanto, al alejar el valor de uso de los productos del trabajo abstracto, obtendremos ese algo común que se manifiesta en el cambio, es decir, el valor, que no es más que la forma de representar el trabajo humano abstracto, dándole la igualdad, identidad necesaria para la conmensurabilidad entre mercancías. Marx dice como conclusión al último punto que el valor de uso sólo encierra un valor por ser la “materialización del trabajo humano abstracto”, lo que quiere decir, que el valor de uso ya no se presenta como se presentaba al comienzo, como expresión de las distintas cualidades del objeto y por tanto de los distintos usos que se le podían dar. Sino que se suprimen o más bien se abstraen, para sólo expresar lo igual e idéntico, el trabajo humano. Por ende, el único valor de uso que ve la sociedad capitalista es la que tiene la cualidad de ser un trabajo humano, que encierra trabajo humano, donde la diferencia radica en el tiempo empleado.
Por tanto para saber cuál es el valor de la mercancía o su magnitud se puede medir por la cantidad de trabajo que encierra la mercancía y esa cantidad se determina por el tiempo en que se demora ese trabajo, y el tiempo se mide en horas, días, etc. Esto, por ningún motivo nos podría llevar a pensar que una persona que se demora más en un trabajo por vago, su trabajo o su creación vaya a valer más que el otro, que lo hizo en el tiempo que se requiere. Esta tesis es insostenible, porque no ve que el trabajo, se mide en “tiempo de trabajo socialmente necesario.” Lo cual no es otra cosa, que lo que se requiere para producir un valor de uso cualquiera, con condiciones normales y con la destreza que haya en la sociedad histórica Por eso es que las grandes industrias barren con los pequeños empresarios, lo que aquéllos hacen en dos días, éstos los hacen en 4. Siendo que el pequeño empresario siempre ha producido en 4 días y no en 2, por ende, su trabajo sólo representa la mitad del trabajo necesario. El valor de su producto se ve reducido a la mitad, o en otras palabras, su producto vale el doble que el producto hecho en tiempo de trabajo socialmente necesario. Marx lo ejemplificó muy bien con el telar de vapor en Inglaterra.
Por otra parte, desde el avance de la técnica o la nueva ciencia o más bien, desde el avance de la burguesía en todo los sectores de la sociedad, a mano de Galileo, cada vez se han especializado más las ciencias y por lo tanto todo el que hacer del hombre, a tal punto que se pretende saber exactamente la producción que puede hacer todo hombre en x trabajo y en x tiempo. Por ende, hay un tiempo social que determina la producción, y la que determina, en consecuencia, la magnitud del valor de la mercancía. Se ve claramente una intencionalidad de calculabilidad exacta en la producción. Un empresario, sabe, a través de estudios, tablas, etc. cuanto tiene que producir su empleado, cuando es su mínimo y en cuanto tiempo. Si no lo logra cumplir, no sirve, obviamente, las propiedades cualitativas del hombre desaparecen, es decir, desaparece el hombre, sólo existe el ser humano abstracto. Es por eso que la calculabilidad nunca ha podido llegar a ser exacta, ya que toma como base al ser humano abstracto y no al hombre de carne y hueso, que come y duerme.
Podemos decir entonces, las “mercancías que encierran cantidades de trabajo iguales o que pueden ser producidas en el mismo tiempo de trabajo representan, por tanto, la mismo magnitud de valor.”[7] Pero cómo se determina este valor? La magnitud del valor de una mercancía, es constante si lo es el tiempo de trabajo. Pero éste cambia al cambiar la capacidad productiva del trabajo, el cual depende de factores como destreza del obrero, progreso de la ciencia, organización social, el volumen y eficacia de los medios de producción y las condiciones naturales. Por ende, Marx concluye “cuanto mayor sea la capacidad productiva del trabajo, tanto más corto será el tiempo de trabajo necesario para la producción de un artículo, tanto menor la cantidad cristalizada en él y tanto más reducido su valor.”[8]
Ahora bien, hay que dejar en claro, que un objeto puede ser valor de uso sin ser valor, ejemplo, el aire, las tierras vírgenes, etc. y puede, además, un objeto ser útil y producto del trabajo humano sin ser mercancía. Si yo cultivo tomates en mi jardín, lo creo con mi trabajo, en un tiempo determinado, pero ese objeto, aún cuando tiene valor de uso y además esta destinado a una satisfacción de necesidades personales, no es mercancía. “Para producir mercancías no basta producir valores de uso, sino producir valores de uso para otros, valores de uso sociales.” Pero esto es un hecho histórico, ya que, como dijimos al comienzo, en el medioevo, el trigo que se entregaba al señor feudal, no es mercancía, ya que el producto tiene que pasar a otro, que lo consume, pero por medio de un cambio, con otro producto. Y además, dice Marx, “El valor de la mercancía es distinto de la mercancía en sí. La mercancía no es valor (valor de cambio) sino en el cambio (real o imaginario).”[9]
Por otra parte, si el objeto no es útil, no tiene valor. Por lo tanto, el olvido o el no querer observar el valor de uso en la relación, por ejemplo, oferta y demanda, y el hecho de sólo ver el valor de cambio, como si el valor de uso no existiera, nos llevara de una u otra forma a una crisis, ya que no se vera cuando es útil o no, el objeto. Lukacs se refiere a este punto en su libro Historia y consciencia de clase, cuando dice “Pero al razonar así se pasa por alto que a esas relaciones cuantitativas corresponden igualmente relaciones cualitativas, que no son sólo sumas de valores las que están en presencia y resultan sin más conmensurables, sino que también hay valores de uso de géneros determinados y que tiene que cumplir con determinadas características en la producción y en el consumo…”[10]
Pero veamos como se logra, en una expresión económica, borrar de la esfera de la consideración el valor de uso de las mercancías, es decir, como se logra borrar las cualidades que hacen distintas las mercancías las unas a las otras, reduciendo todas éstas a una cualidad común para todas. Marx toma como ejemplo la relación entre 1 levita y 10 varas de lienzo, donde la levita encierra el doble de tiempo de trabajo abstracto que 10 varas de lienzo, entonces, para lograr una igualdad se tiene que decir, 1 levita = 20 varas de lienzo, se equiparan las cantidades en base del tiempo de trabajo que encierran. La levita al igual que el lienzo satisface una necesidad concreta, por tanto para crearlo se requiere una determinada clase de actividad productiva y ésta a la vez esta determinada por su fin, modo de operar, objeto, medio y resultado. En definitiva, es innegable, que este trabajo, representa una utilidad, por tanto, pasa es un trabajo útil, “el trabajo, nos dice Marx, se nos revela siempre asociado a su utilidad”.[11] La levita y el lienzo son valores de uso cualitativamente distintos y por ende, los trabajos de los que surgen también lo son. Esto es obvio, sino fuese así, sino hubiese diferencia cualitativa y por lo tanto cuantitativa, no podría haber comercio capitalista, no es viable cambiar una unidad de lienzo por cualquier otra unidad. Por ende, para producir un producto concreto, para satisfacer una necesidad concreta, se necesita de un trabajo concreto, ya sea el del sastre o tejedor, por lo tanto, para las infinidades de necesidades, se necesitan infinidades de trabajos, como el hombre particular no puede hacer todos esos diferentes trabajos, es que en la sociedad existe la división social del trabajo, condición de vida de la producción de mercancía. “La necesidad del cambio, nos dice Marx, y la transformación del producto en valor de cambio puro progresan con la división del trabajo; es decir, a medida que la producción toma un carácter más social.”[12]
Marx nos remite a pensar que a medida que la sociedad se especializa, los valores de cambio de los productos progresan, ya que el producto se hace más eficiente, se producen más y mejores. Se sabe que Leonardo Da Vinci tenía varías profesiones, como pintor, escultor, arquitecto, entre otras, pero esto lo logró, aparte de su gran talento, porque las especializaciones de las disciplinas, todavía no llegaban a ser autónomas o más bien su especializaciones aún tenían gran vinculo las unas de las otras, por tanto, se podía interactuar entre ellas. Hoy en día es muy raro conocer a alguien que lleve a la práctica más de dos profesiones, esto debido al grado de especialización que hay hoy en día. Una sola disciplina toma años en aprenderla y toda una vida ejercerla. Por ejemplo un médico que a la vez ejerza la profesión de arquitecto es impensable, ya que se ven, primero como ramas totalmente apartes las una a lo otra, donde sus problemas no tienen relación y por tanto toda relación es puramente casual, como dice Lukacs. Por otra, su amplitud ha llegado a tal punto que es imposible ser un buen arquitecto y a la vez un buen médico.
Algunos aún se estarán preguntando, por qué es tan importante el trabajo? El trabajo con que logro producir el lienzo y la levita, es el punto donde converge su igualdad, a lo que le doy valor de cambio. Si uno prescinde de la utilidad del producto y por tanto, de la utilidad del trabajo, es decir, el para qué sirve el trabajo, sólo nos quedaríamos con un gasto de fuerza humana de trabajo, es a ese gasto que se le da un valor de cambio. Gasto x energía en hacer 10 varas de lienzo y gasto z en hacer una levita, por tanto, igualo las cantidades de los productos, en función del gasto que significó el trabajo de producción de las dos mercancías, para llegar a x = z, es decir, aunque los trabajos de estas dos mercancías son cualitativamente diferentes, los dos son trabajos humanos, que requieren fuerza humana y una cierta cantidad de tiempo. Por ende los trabajos humanos “no son más que dos formas distintas de aplicar la fuerza de trabajo del hombre.”[13] Y, además, ante estos hechos, se puede plantear que el trabajo humano no es trabajo del hombre, sino del ser humano, el hombre concreto deja de existir, como ya lo habíamos anunciado.
De la misma manera que los valores de uso de la levita y las varas de lienzo son omitidos para poder cambiarlas, se omite las formas o cualidades de los trabajos útiles, los trabajos concretos y reales. Ya que el valor de las mercancías dadas por el trabajo no se preocupa de si es logrado por el sastre o el tejedor, sino que se reduce a trabajo humano abstracto, una cualidad que es igual para todos, por tanto es accesible a todos, y todos pueden participar de ésta. Por ello, en las mercancías al representar su valor de uso importa su carácter cualitativo, pero al representar su valor de cambio, sólo importa la magnitud de valor, el carácter cuantitativo, es esa representación la que se ve en el comercio, en las fluctuaciones, en la curva de oferta y demanda. La ceguera de los valores de uso y por tanto su utilidad, son los que dan pie a las crisis. Por ejemplo, el salitre chileno en 1920 sufrió su gran crisis, en general, a causa de la aparición del salitre sintético de Alemania, que comercializó a toda Europa. Qué ocurrió ahí? No fue que el valor de cambio del salitre se haya disparado, sino que su valor de uso, su utilidad, es decir, sus cualidades decayeron, dejaron de servir, ante otra mercancía que hacía exactamente lo mismo, pero que su fuerza de trabajo era mínima en comparación a la fuerza de trabajo concreta, requerida en la extracción del salitre natural. Si una persona trata de analizar este hecho, con lentes de trabajo humano abstracto, pensando que es lo mismo extraer salitre que cobre, entonces no podrá entender por qué ocurrió la crisis. Esto se entiende, como dice Marx en “el doble carácter del trabajo (…) según que se exprese en valor de uso o en valor de cambio.”[14]
Por otra parte, siguiendo un poco a las consecuencias de la ceguera, el productor se preocupa de su producción y no la ajena, su preocupación está simplemente en que quiere vender, su propósito es vender, a quién le vende y para que se lo compren, son preguntas que el productor no se hace. Si vendió 50 pares de guantes (cifra que no alcanza a expresar la real venta), volverá a producir lo que ya vendió, pero si le compraron aquellos guantes para revenderlos, se creará un colapso en el mercado, ya que esos 50 pares supuestamente vendidos, aún no salen del mercado, por tanto si la necesidad social era de 75 pares, hay otros 25 que no tienen cabida y por tanto su magnitud de valor, aún cuando la cantidad y el tiempo de trabajo requerido no sufre modificación, se desmorona, ya que su utilidad cayó, el objeto paso de ser un objeto útil a ser un objeto inútil, por tanto el trabajo encerrado en él también será inútil, y como última consecuencia, no tendrá valor alguno.
Aún más, el doble carácter del trabajo nos lleva a situaciones incomprensibles para el economista burgués, donde a medida que crece la riqueza material, disminuya la magnitud de valor, cómo es posible esto? Si señalamos que mientras mayor sea la cantidad de valores de uso (levita), mayor será la riqueza, entonces, lógicamente la magnitud de valor no puede disminuir, sino que aumentar.
Esto ocurre ya que al aumentar la capacidad productiva, aumenta también el rendimiento del trabajo útil y concreto, por ende, las cantidades de valores de uso que producen aumentaran, ahora ya no produzco 50 pares de guantes sino 60. Pero el valor que representa al trabajo no se ve afectado, ya que al omitirse el trabajo útil y concreto y dejar tan sólo el trabajo humano abstracto, hacen a la vez omisión de la capacidad productiva. “el mismo trabajo rinde, por tanto durante el mismo tiempo, idéntica cantidad de valor, por mucho que cambie su capacidad productiva.”[15] Por ende a la par que aumenta o disminuye la capacidad productiva y esto influye en una rebaja o aumento en el tiempo requerido de trabajo, la masa del valor de uso variara y al aumentar ésta, disminuirá la magnitud de valor.
Queda más claro que oscuro, como el productor capitalista al ver las relaciones de mercancías, omite o borra las cualidades de las mercancías y por tanto sus usos concretos. Es decir, omite los valores de uso, lo cual se ramifica en el concepto de trabajo, concepto de igualdad y hombre. La natural igualdad de los trabajos humanos y por tanto la natural igualdad entre mercancías, es madre y padre de la naturalidad con que ocurren las crisis económicas, esto no lo decimos nosotros, lo dice la historia.
Bibliografía
- K. Marx, El Capital, tomo I. Fondo de cultura económico, 2006.
- K. Marx, Fundamentos de la crítica de la economía política. Editorial de ciencias sociales, 1970.
- G. Lukacs, Historia y consciencia de clase, Ensayo: la cosificación y la consciencia del proletariado. Editorial Grijalbo, 1985.
[1] K. Marx, El Capital, Capitulo I. Fondo de cultura económico. p 3
[2] Ibíd. p 4
[3] Ibíd.
[4] Ibíd.
[5] Ibíd. p 5.
[6] Ibíd. p 6.
[7] Ibíd. p 7.
[8] Ibíd. p 8.
[9] K. Marx, Fundamentos de la crítica de la economía política, p 75.
[10] G. Lukacs, Historia y consciencia de clase, la cosificación y la consciencia del proletariado, p 34-35.
[11] K. Marx, El Capital, Capitulo I. Fondo de cultura económico. P 9.
[12] Marx, Fundamentos de la crítica de la economía política, p 80.
[13] K. Marx, El Capital, Capitulo I. Fondo de cultura económico. p 11.
[14] Carta de Marx a Engels, fechada el 24 de agosto de 1867.
[15] K. Marx, El Capital, Capitulo I. Fondo de cultura económico. p 13.
Es imposible entrar al tema, sin atender a que las mercancías que estudia Marx, son las que actúan en el régimen capitalista de producción, que por lo tanto se presentan como un objeto externo a nosotros, que tiene la función de satisfacer necesidades, sin importar como sean estas, de donde provengan ni cómo se logre tal satisfacción. Los productores sólo les interesa producir y su única determinación viene de la necesidad de los consumidores y demandantes, aunque se podría cuestionar si el consumista determina la producción, o es la producción lo que determina al consumidor, lo que puede consumir. Por ende, la primera característica que observamos de la mercancía es su utilidad, sirve para cumplir una función, para satisfacer una necesidad, tiene un uso, es un objeto útil. Todo objeto útil se puede ver en dos aspectos, en su calidad, y en su cantidad, cada objeto presenta una multitud de propiedades, cada una representando un hecho histórico, el hierro como uso de armas no se descubrió en el más allá, sino que su descubrimiento es rastreable en la historia, al igual que los usos del cobre y cualquier mercancía que se nos venga a la mente. Y como un objeto útil, puede tener varias forma de uso, sus propiedades son múltiples y puede ser usado en diversos modos, en cuanto sus diversos usos. Como se producen estos objetos útiles? Pues a través del trabajo.
Marx señala, “la utilidad de un objeto lo convierte en valor de uso”[1], este valor de uso no es algo metafísico, que transciende a todo hombre, sino que es un valor concreto, en otras palabras, que está condicionado por las cualidades materiales de la mercancía, por ende, lo que constituye el valor de uso del objeto es su materialidad, es decir, que sea, como dice Marx, trigo, hierro, lienzo, etc. Que el cobre sea de tal forma, de tal materia es lo que condiciona que se pueda usar para cables eléctricos y no para hoja de libros. Por ende, toda sociedad estará determinada por los usos que puede darle a las mercancías, la consciencia social, si es valido hablar de tal, y por tanto su historia, sólo puede pensarse y desarrollarse en base de los objetos que tiene a su alcance y de las utilidades que conoce de estos. Es sólo revisar la historia y retroceder a la Edad del Cobre, donde el uso que le dan es totalmente distinto al que hoy le damos, por ende, es que las consciencias del 6500 a.c., como los sumerios, es totalmente distinta. Ellos usaban el cobre como adornos, armas, monedas y utensilios varios, pero jamás conocieron el uso como conductor de la electricidad, aunque es anacrónico señalarlo, ya que tampoco conocieron la electricidad. El punto es que los usos que conocían de los objetos determinaba su consciencia y por tanto el modo de producción y el orden social. El ser social es la que determina la consciencia. El 50% del cobre es usado en el sector eléctrico, por tanto se podría decir que toda nuestra forma de vida esta determinada por ese uso.
Pero Marx nos señala que tanto el carácter histórico como las cualidades de la mercancía, no depende directamente del trabajo con que se han producido, “y este carácter de la mercancía no depende de que la apropiación de sus cualidades útiles cueste al hombre mucho o poco trabajo.”[2] La utilidades de todo objeto están aún cuando me haya demorado más del tiempo necesario en su producción.
En otras palabras, el uso del hierro, por ejemplo, no se determina por la cantidad de trabajo empleado en él, su valor de uso será el mismo si me demoro 2 horas o 2 días. Cuando queremos apreciar el valor de uso siempre se le presupone concretado en una cantidad exacta, por ejemplo., 2 relojes, una docena de palas, etc. “el valor de uso sólo toma cuerpo en el uso o consumo de los objetos. Los valores de uso forman el contenido material de la riqueza.”[3] Marx nos quiere decir que para determinar el valor de uso sólo se podrá lograr, en el momento de su consumo y es ese consumo de la mercancía el que forma el contenido de la riqueza en toda sociedad. Yo uso el hierro para armas y es, ese uso, lo que le da riqueza al hierro o a cualquier otra mercancía. Además en la sociedad capitalista, los “valores de uso son el soporte material del valor de cambio.”[4] No como en la época feudal, donde el valor de uso, de por ejemplo del trigo, no es soporte de su valor de cambio, ya que simplemente no se cambia, ya que no es igualado a ninguna otra mercancía, sino que se entrega como tributo.
En un primer análisis, el valor de cambio aparece como la relación cuantitativa, es decir, el valor de cambio de una mercancía depende de su cantidad ante otra mercancía, ya que la cantidad es lo único que puede representar el tiempo de trabajo encerrado en la mercancía, ya que el valor de uso, sólo expresa la riqueza material de la mercancía, pero no el trabajo que encierra, ya que una mercancía z producida en 2 horas tiene el mismo valor de uso que otra mercancía z producida en 2 días. Por tanto para poder expresar el tiempo de trabajo de la mercancía, se expresa en cantidades. Por ende el valor de cambio aparece como si fuese algo puramente casual y relativo. Casual en el sentido de que el valor de cambio no es inherente a la cosa, sino que es un agregado, que sólo depende de su cantidad y no de sí misma. Y la relativa ya que su valor de cambio dependerá del otro valor de cambio por el que se esta cambiando.
Aún no hemos explicado algo sumamente importante, aun que ya hemos explicado las bases. Este asunto es que, cómo es posible que dos productos totalmente distintos cualitativamente se logren presentar dentro de una igualdad, es decir, como se logra que 12 relojes sean iguales a 2 diamantes o 20 varas de lienzo igual a 1 levita. Marx nos responde tajantemente, “hay que reducirlos necesariamente a un algo común respecto al cual representen un más o un menos.”[5] Marx nos señala que las propiedades materiales sólo importan cuando consideramos a la cosa en su valor de uso, pero es a éste que se le hace una abstracción, para que uno pueda presentar, en forma adecuada, el objeto, cosa de poder cambiarlo por otro igual. Con esto podemos decir que las mercancías en tanto valor de uso, representan cualidades distintas, pero como valores de cambio sólo se distinguen por su cantidad. Cuál es la diferencia entre x relojes y z diamantes? Para el productor capitalistas, cualitativamente no existe diferencia, sólo cuantitativamente, ya que, por ejemplo 12 relojes son 2 diamantes, su diferencia sólo radica en su cantidad y por ende en el trabajo que encierra cada mercancía. Pero aún así, la cualidad no desaparece, ya que la única que logra conservarse, nos dice, Marx, es la de ser “productos del trabajo”. Pero que no se entienda que Marx habla del trabajo concreto y real, sino que habla de un trabajo abstracto, un trabajo que los burgueses dirán que es natural e igual, es decir, como prescindimos del valor de uso, hemos dejado de lado los elementos materiales de los objetos, ya no es una mesa o una casa, es decir, un objeto útil cualquiera, ya no son productos del carpintero o albañil. “un simple coágulo de trabajo humano indistinto, es decir, de empleo de trabajo humano indistinto, es decir, de empleo de fuerzas humana de trabajo, sin atender para nada a la forma en que esta fuerza se emplee. Estos objetos sólo nos dicen que en su producción se ha invertido fuerza humana de trabajo, se ha acumulado trabajo humano. Pues bien, considerados como cristalización de esta sustancia social común a todos ellos, estos objetos son valores, valores-mercancías.”[6] Aunque los trabajos son cualitativamente distintos, cosa evidente, tienen su algo común, que son trabajos humanos abstracto, hecho que no es obvio, aclarando que no ocurre en toda la historia. Ya Aristóteles analizó la forma simple del valor, dándose cuenta que para tal relación se necesitaba igualar las dos mercancías, cualitativamente distintas, para que se relacionasen entre sí como magnitudes conmensurables. Pero este algo común que posibilita la conmensurabilidad de las mercancías, Aristóteles no la pudo explicar, no porque fuese menos inteligente que Marx, sino porque su consciencia histórica no se lo permitía, su consciencia estaba determinada de otra forma, ya que la sociedad griega estaba basada en el trabajo de esclavos y tenía, por ende, como base natural la desigualdad entre los hombres. No como hoy en día, o en los tiempos de Marx, donde la sociedad burguesa parte de la premisa de igualdad entre los hombres, piénsese en la Revolución francesa, con el Código Civil y la Republica. Es por ello que puede, Marx, dar cuenta qué es ese algo común entre las mercancías.
Vemos como el valor de cambio parece como si fuese algo totalmente independiente de su valor de uso en la época de producción capitalista. Por tanto, al alejar el valor de uso de los productos del trabajo abstracto, obtendremos ese algo común que se manifiesta en el cambio, es decir, el valor, que no es más que la forma de representar el trabajo humano abstracto, dándole la igualdad, identidad necesaria para la conmensurabilidad entre mercancías. Marx dice como conclusión al último punto que el valor de uso sólo encierra un valor por ser la “materialización del trabajo humano abstracto”, lo que quiere decir, que el valor de uso ya no se presenta como se presentaba al comienzo, como expresión de las distintas cualidades del objeto y por tanto de los distintos usos que se le podían dar. Sino que se suprimen o más bien se abstraen, para sólo expresar lo igual e idéntico, el trabajo humano. Por ende, el único valor de uso que ve la sociedad capitalista es la que tiene la cualidad de ser un trabajo humano, que encierra trabajo humano, donde la diferencia radica en el tiempo empleado.
Por tanto para saber cuál es el valor de la mercancía o su magnitud se puede medir por la cantidad de trabajo que encierra la mercancía y esa cantidad se determina por el tiempo en que se demora ese trabajo, y el tiempo se mide en horas, días, etc. Esto, por ningún motivo nos podría llevar a pensar que una persona que se demora más en un trabajo por vago, su trabajo o su creación vaya a valer más que el otro, que lo hizo en el tiempo que se requiere. Esta tesis es insostenible, porque no ve que el trabajo, se mide en “tiempo de trabajo socialmente necesario.” Lo cual no es otra cosa, que lo que se requiere para producir un valor de uso cualquiera, con condiciones normales y con la destreza que haya en la sociedad histórica Por eso es que las grandes industrias barren con los pequeños empresarios, lo que aquéllos hacen en dos días, éstos los hacen en 4. Siendo que el pequeño empresario siempre ha producido en 4 días y no en 2, por ende, su trabajo sólo representa la mitad del trabajo necesario. El valor de su producto se ve reducido a la mitad, o en otras palabras, su producto vale el doble que el producto hecho en tiempo de trabajo socialmente necesario. Marx lo ejemplificó muy bien con el telar de vapor en Inglaterra.
Por otra parte, desde el avance de la técnica o la nueva ciencia o más bien, desde el avance de la burguesía en todo los sectores de la sociedad, a mano de Galileo, cada vez se han especializado más las ciencias y por lo tanto todo el que hacer del hombre, a tal punto que se pretende saber exactamente la producción que puede hacer todo hombre en x trabajo y en x tiempo. Por ende, hay un tiempo social que determina la producción, y la que determina, en consecuencia, la magnitud del valor de la mercancía. Se ve claramente una intencionalidad de calculabilidad exacta en la producción. Un empresario, sabe, a través de estudios, tablas, etc. cuanto tiene que producir su empleado, cuando es su mínimo y en cuanto tiempo. Si no lo logra cumplir, no sirve, obviamente, las propiedades cualitativas del hombre desaparecen, es decir, desaparece el hombre, sólo existe el ser humano abstracto. Es por eso que la calculabilidad nunca ha podido llegar a ser exacta, ya que toma como base al ser humano abstracto y no al hombre de carne y hueso, que come y duerme.
Podemos decir entonces, las “mercancías que encierran cantidades de trabajo iguales o que pueden ser producidas en el mismo tiempo de trabajo representan, por tanto, la mismo magnitud de valor.”[7] Pero cómo se determina este valor? La magnitud del valor de una mercancía, es constante si lo es el tiempo de trabajo. Pero éste cambia al cambiar la capacidad productiva del trabajo, el cual depende de factores como destreza del obrero, progreso de la ciencia, organización social, el volumen y eficacia de los medios de producción y las condiciones naturales. Por ende, Marx concluye “cuanto mayor sea la capacidad productiva del trabajo, tanto más corto será el tiempo de trabajo necesario para la producción de un artículo, tanto menor la cantidad cristalizada en él y tanto más reducido su valor.”[8]
Ahora bien, hay que dejar en claro, que un objeto puede ser valor de uso sin ser valor, ejemplo, el aire, las tierras vírgenes, etc. y puede, además, un objeto ser útil y producto del trabajo humano sin ser mercancía. Si yo cultivo tomates en mi jardín, lo creo con mi trabajo, en un tiempo determinado, pero ese objeto, aún cuando tiene valor de uso y además esta destinado a una satisfacción de necesidades personales, no es mercancía. “Para producir mercancías no basta producir valores de uso, sino producir valores de uso para otros, valores de uso sociales.” Pero esto es un hecho histórico, ya que, como dijimos al comienzo, en el medioevo, el trigo que se entregaba al señor feudal, no es mercancía, ya que el producto tiene que pasar a otro, que lo consume, pero por medio de un cambio, con otro producto. Y además, dice Marx, “El valor de la mercancía es distinto de la mercancía en sí. La mercancía no es valor (valor de cambio) sino en el cambio (real o imaginario).”[9]
Por otra parte, si el objeto no es útil, no tiene valor. Por lo tanto, el olvido o el no querer observar el valor de uso en la relación, por ejemplo, oferta y demanda, y el hecho de sólo ver el valor de cambio, como si el valor de uso no existiera, nos llevara de una u otra forma a una crisis, ya que no se vera cuando es útil o no, el objeto. Lukacs se refiere a este punto en su libro Historia y consciencia de clase, cuando dice “Pero al razonar así se pasa por alto que a esas relaciones cuantitativas corresponden igualmente relaciones cualitativas, que no son sólo sumas de valores las que están en presencia y resultan sin más conmensurables, sino que también hay valores de uso de géneros determinados y que tiene que cumplir con determinadas características en la producción y en el consumo…”[10]
Pero veamos como se logra, en una expresión económica, borrar de la esfera de la consideración el valor de uso de las mercancías, es decir, como se logra borrar las cualidades que hacen distintas las mercancías las unas a las otras, reduciendo todas éstas a una cualidad común para todas. Marx toma como ejemplo la relación entre 1 levita y 10 varas de lienzo, donde la levita encierra el doble de tiempo de trabajo abstracto que 10 varas de lienzo, entonces, para lograr una igualdad se tiene que decir, 1 levita = 20 varas de lienzo, se equiparan las cantidades en base del tiempo de trabajo que encierran. La levita al igual que el lienzo satisface una necesidad concreta, por tanto para crearlo se requiere una determinada clase de actividad productiva y ésta a la vez esta determinada por su fin, modo de operar, objeto, medio y resultado. En definitiva, es innegable, que este trabajo, representa una utilidad, por tanto, pasa es un trabajo útil, “el trabajo, nos dice Marx, se nos revela siempre asociado a su utilidad”.[11] La levita y el lienzo son valores de uso cualitativamente distintos y por ende, los trabajos de los que surgen también lo son. Esto es obvio, sino fuese así, sino hubiese diferencia cualitativa y por lo tanto cuantitativa, no podría haber comercio capitalista, no es viable cambiar una unidad de lienzo por cualquier otra unidad. Por ende, para producir un producto concreto, para satisfacer una necesidad concreta, se necesita de un trabajo concreto, ya sea el del sastre o tejedor, por lo tanto, para las infinidades de necesidades, se necesitan infinidades de trabajos, como el hombre particular no puede hacer todos esos diferentes trabajos, es que en la sociedad existe la división social del trabajo, condición de vida de la producción de mercancía. “La necesidad del cambio, nos dice Marx, y la transformación del producto en valor de cambio puro progresan con la división del trabajo; es decir, a medida que la producción toma un carácter más social.”[12]
Marx nos remite a pensar que a medida que la sociedad se especializa, los valores de cambio de los productos progresan, ya que el producto se hace más eficiente, se producen más y mejores. Se sabe que Leonardo Da Vinci tenía varías profesiones, como pintor, escultor, arquitecto, entre otras, pero esto lo logró, aparte de su gran talento, porque las especializaciones de las disciplinas, todavía no llegaban a ser autónomas o más bien su especializaciones aún tenían gran vinculo las unas de las otras, por tanto, se podía interactuar entre ellas. Hoy en día es muy raro conocer a alguien que lleve a la práctica más de dos profesiones, esto debido al grado de especialización que hay hoy en día. Una sola disciplina toma años en aprenderla y toda una vida ejercerla. Por ejemplo un médico que a la vez ejerza la profesión de arquitecto es impensable, ya que se ven, primero como ramas totalmente apartes las una a lo otra, donde sus problemas no tienen relación y por tanto toda relación es puramente casual, como dice Lukacs. Por otra, su amplitud ha llegado a tal punto que es imposible ser un buen arquitecto y a la vez un buen médico.
Algunos aún se estarán preguntando, por qué es tan importante el trabajo? El trabajo con que logro producir el lienzo y la levita, es el punto donde converge su igualdad, a lo que le doy valor de cambio. Si uno prescinde de la utilidad del producto y por tanto, de la utilidad del trabajo, es decir, el para qué sirve el trabajo, sólo nos quedaríamos con un gasto de fuerza humana de trabajo, es a ese gasto que se le da un valor de cambio. Gasto x energía en hacer 10 varas de lienzo y gasto z en hacer una levita, por tanto, igualo las cantidades de los productos, en función del gasto que significó el trabajo de producción de las dos mercancías, para llegar a x = z, es decir, aunque los trabajos de estas dos mercancías son cualitativamente diferentes, los dos son trabajos humanos, que requieren fuerza humana y una cierta cantidad de tiempo. Por ende los trabajos humanos “no son más que dos formas distintas de aplicar la fuerza de trabajo del hombre.”[13] Y, además, ante estos hechos, se puede plantear que el trabajo humano no es trabajo del hombre, sino del ser humano, el hombre concreto deja de existir, como ya lo habíamos anunciado.
De la misma manera que los valores de uso de la levita y las varas de lienzo son omitidos para poder cambiarlas, se omite las formas o cualidades de los trabajos útiles, los trabajos concretos y reales. Ya que el valor de las mercancías dadas por el trabajo no se preocupa de si es logrado por el sastre o el tejedor, sino que se reduce a trabajo humano abstracto, una cualidad que es igual para todos, por tanto es accesible a todos, y todos pueden participar de ésta. Por ello, en las mercancías al representar su valor de uso importa su carácter cualitativo, pero al representar su valor de cambio, sólo importa la magnitud de valor, el carácter cuantitativo, es esa representación la que se ve en el comercio, en las fluctuaciones, en la curva de oferta y demanda. La ceguera de los valores de uso y por tanto su utilidad, son los que dan pie a las crisis. Por ejemplo, el salitre chileno en 1920 sufrió su gran crisis, en general, a causa de la aparición del salitre sintético de Alemania, que comercializó a toda Europa. Qué ocurrió ahí? No fue que el valor de cambio del salitre se haya disparado, sino que su valor de uso, su utilidad, es decir, sus cualidades decayeron, dejaron de servir, ante otra mercancía que hacía exactamente lo mismo, pero que su fuerza de trabajo era mínima en comparación a la fuerza de trabajo concreta, requerida en la extracción del salitre natural. Si una persona trata de analizar este hecho, con lentes de trabajo humano abstracto, pensando que es lo mismo extraer salitre que cobre, entonces no podrá entender por qué ocurrió la crisis. Esto se entiende, como dice Marx en “el doble carácter del trabajo (…) según que se exprese en valor de uso o en valor de cambio.”[14]
Por otra parte, siguiendo un poco a las consecuencias de la ceguera, el productor se preocupa de su producción y no la ajena, su preocupación está simplemente en que quiere vender, su propósito es vender, a quién le vende y para que se lo compren, son preguntas que el productor no se hace. Si vendió 50 pares de guantes (cifra que no alcanza a expresar la real venta), volverá a producir lo que ya vendió, pero si le compraron aquellos guantes para revenderlos, se creará un colapso en el mercado, ya que esos 50 pares supuestamente vendidos, aún no salen del mercado, por tanto si la necesidad social era de 75 pares, hay otros 25 que no tienen cabida y por tanto su magnitud de valor, aún cuando la cantidad y el tiempo de trabajo requerido no sufre modificación, se desmorona, ya que su utilidad cayó, el objeto paso de ser un objeto útil a ser un objeto inútil, por tanto el trabajo encerrado en él también será inútil, y como última consecuencia, no tendrá valor alguno.
Aún más, el doble carácter del trabajo nos lleva a situaciones incomprensibles para el economista burgués, donde a medida que crece la riqueza material, disminuya la magnitud de valor, cómo es posible esto? Si señalamos que mientras mayor sea la cantidad de valores de uso (levita), mayor será la riqueza, entonces, lógicamente la magnitud de valor no puede disminuir, sino que aumentar.
Esto ocurre ya que al aumentar la capacidad productiva, aumenta también el rendimiento del trabajo útil y concreto, por ende, las cantidades de valores de uso que producen aumentaran, ahora ya no produzco 50 pares de guantes sino 60. Pero el valor que representa al trabajo no se ve afectado, ya que al omitirse el trabajo útil y concreto y dejar tan sólo el trabajo humano abstracto, hacen a la vez omisión de la capacidad productiva. “el mismo trabajo rinde, por tanto durante el mismo tiempo, idéntica cantidad de valor, por mucho que cambie su capacidad productiva.”[15] Por ende a la par que aumenta o disminuye la capacidad productiva y esto influye en una rebaja o aumento en el tiempo requerido de trabajo, la masa del valor de uso variara y al aumentar ésta, disminuirá la magnitud de valor.
Queda más claro que oscuro, como el productor capitalista al ver las relaciones de mercancías, omite o borra las cualidades de las mercancías y por tanto sus usos concretos. Es decir, omite los valores de uso, lo cual se ramifica en el concepto de trabajo, concepto de igualdad y hombre. La natural igualdad de los trabajos humanos y por tanto la natural igualdad entre mercancías, es madre y padre de la naturalidad con que ocurren las crisis económicas, esto no lo decimos nosotros, lo dice la historia.
Bibliografía
- K. Marx, El Capital, tomo I. Fondo de cultura económico, 2006.
- K. Marx, Fundamentos de la crítica de la economía política. Editorial de ciencias sociales, 1970.
- G. Lukacs, Historia y consciencia de clase, Ensayo: la cosificación y la consciencia del proletariado. Editorial Grijalbo, 1985.
[1] K. Marx, El Capital, Capitulo I. Fondo de cultura económico. p 3
[2] Ibíd. p 4
[3] Ibíd.
[4] Ibíd.
[5] Ibíd. p 5.
[6] Ibíd. p 6.
[7] Ibíd. p 7.
[8] Ibíd. p 8.
[9] K. Marx, Fundamentos de la crítica de la economía política, p 75.
[10] G. Lukacs, Historia y consciencia de clase, la cosificación y la consciencia del proletariado, p 34-35.
[11] K. Marx, El Capital, Capitulo I. Fondo de cultura económico. P 9.
[12] Marx, Fundamentos de la crítica de la economía política, p 80.
[13] K. Marx, El Capital, Capitulo I. Fondo de cultura económico. p 11.
[14] Carta de Marx a Engels, fechada el 24 de agosto de 1867.
[15] K. Marx, El Capital, Capitulo I. Fondo de cultura económico. p 13.
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